Luego de haber asaltado una sucursal donde se presta dinero bajo prenda empeñada, se registró un enfrentamiento entre policías y presuntos ladrones, quienes lograron escapar del lugar.

El enfrentamiento ocurrió instantes después de que cuatro sujetos fuertemente armados irrumpieran y asaltaran la casa de empeño ubicada sobre la Avenida Artesanos y la calle Hacienda Zenzontla, en la colonia Oblatos, de Guadalajara, cuyo botín consistió monto mínimo de joyas.

Al momento del atraco, el guardia de seguridad privada de dicho negocio activó la alarma, provocando que las puertas del local comercial se sellaran, por lo que los ladrones tuvieron que romper varios cristales para poder escapar.

Acto seguido, los hampones abordaron una camioneta tipo Dodge Caravan, de modelo atrasado, con placas de circulación JES-8087, de esta Entidad. Sin embargo, alcanzaron a ser avistados por un escuadrón de Guardabosques de la Policía tapatía, quienes los persiguieron a bordo de la unidad Jeep GB-020, hasta el cruce de las calles Julián Medina Castillo y Francisco Villa, en la misma colonia.

En ese punto, los delincuentes abrieron fuego en contra de los uniformados, dejando alrededor de 70 casquillos de fusil de asalto tipo AK-47, de los también conocidos como “cuernos de chivo”.

Un menor de 10 años de edad en situación de calle fue atendido por paramédicos de la Cruz Roja esta mañana, luego de ser rociado con gas pimienta por un guardia de seguridad privada del túnel fronterizo.

Los hechos se registraron poco antes de las 09:00 horas del día de ayer, en las inmediaciones del paso peatonal de la Garita centro, donde llorando un niño solicitó ayuda a los transeúntes frotándose los ojos y la cara.

Al lugar arribaron elementos de la Dirección de Seguridad Pública Municipal y socorristas de la Cruz Roja, quienes atendieron al menor de la irritación que le provocó el gas pimienta que el guardia le roció en el rostro.

Los agentes municipales señalaron que el menor, quien dijo llamarse Luis Gustavo Ramos Chávez, de 10 años de edad, les manifestó que se encontraba durmiendo bajo una sombra en la vía pública, cercana al túnel fronterizo, y que uno de los guardias lo despertó rociándole el gas en el rostro.

Personas que atendieron inicialmente al menor refirieron que el niño pidió ayuda llorando, ya que presentaba irritación en el rostro, por lo que procedieron a llamar a los servicios de emergencia para que atendieran al menor.

Luis Gustavo comentó que vive en la calle y que tiene familia en una casa de la colonia Santa Bárbara o Colosio, pero que no recordaba la dirección ni cómo llegar.

 Pasó un mes desde que la ministro de Seguridad, Nilda Garré, retiró la Policía Federal de 33 hospitales públicos y aunque los medios de comunicación no lo cubren, continúan los reclamos de los médicos, enfermeros y del personal administrativo.

Al día de hoy, la solución que dio el Gobierno porteño para los hospitales que quedaron desprotegidos fue reemplazar en las comunas 12 a 15 con Policía Metropolitana, en tanto, en aquellas zonas donde aún no patrulla esa fuerza, fueron cubiertos por vigilancia privada.

Desde el Gobierno nacional, Nilda Garré, aseguró que los federales custodiarían las calles en los edificios públicos pese a la rescisión del contrato que mantenía con la ciudad, pero Eugenio Burzaco, titular de la fuerza porteña, consideró que esta disposición no es suficiente: "Los problemas más graves, en el caso de los hospitales, ocurren dentro de las guardias. Es necesario personal policial en el interior de los edificios para actuar en estas situaciones".

Así, los trabajadores siguen temiendo ante nuevas situaciones que ni ellos ni la la seguridad allí apostada puedan controlar. Es que el personal de seguridad puede hacer nada ante hechos de violencia porque ninguno está armado.

De hecho, pese a que la prensa ya no cubra el conflicto, se siguen dando situaciones violentas. Ayer se supo de una agresión que sufrió un médico del hospital Fernández a manos del familiar de un paciente. "La policía tardó 25 minutos en llegar", dijo uno de los médicos que se habían reunido en el ingreso del efector para protestar por la falta de custodia, quienes denunciaron que otros centros de salud están en la misma situación.

“La seguridad privada no puede suplantar la función del estado de brindar protección a los ciudadanos. Así quedó demostrado por los hechos vividos en este hospital”, aseguró la senadora y candidata de la Coalición Cívica (CC) para jefa de Gobierno porteño, María Eugenia Estenssoro, que luego de realizar una visita al Hospital Santojanni manifestó que “el Gobierno nacional no debe abandonar la custodia de los edificios públicos”. Estenssoro sostuvo: “Una empresa de seguridad privada no está en condiciones de actuar ni de brindar contención en situaciones delictivas. Le pido a la ministra –de Seguridad de la Nación, Nilda- Garré que retire la custodia que la Policía Federal le brinda a los funcionarios, y que esos agentes sean distribuidos entre los hospitales de la ciudad”. La legisladora se reunió con el director del hospital y con el titular de la Asociación de Médicos Municipales, Marcelo Struminger, que le planteó algunos de los problemas que afrontan, como por ejemplo, la “falta de anestesistas, que implica que la mitad de los 11 quirófanos no funcionen”.

FUENTE: www.parlamentario.com

El sábado por la noche Roberto Mouras se vestía de fiesta para algunos fanáticos de la Renga. El acceso fue similar al de cualquier show multitudinario (oficialmente se habla de unas 47 mil personas, pero la percepción es de 60 mil o más). Esto es: un largo camino hasta el escenario con seguridad privada a los costados y cacheos obligados. La principal diferencia con otros conciertos fue la falta de presencia policial y de seguridad vial en la ruta 2.

Quizá por esto último, el grupo decidió retrasar el comienzo de su presentación: esperar pacientemente a los que llegaban sobre la hora, pasadas las 21.30, para que así no hubieran incidentes. Al arrancar el show, se prendió la primera bengala de varias que se verían a lo largo del recital, la mayoría de color rojo. Además, se sumaron a lo largo de la noche tres tiros y cañitas voladoras.

A los costados del predio -ya fuera del pogo- se veía pasar a los de la cruz roja y a los de seguridad del show con personas en brazos, desmayadas quizá por algún exceso o falta de aire. Algo que a esta altura ya parece “normal” en cualquier evento musical.

Para volver, después de una caminata a oscuras, se llegaba a una ruta 2 de dos vías, con la banquina y un carril lleno de autos estacionados. El regreso se demoraría un buen rato dado el gran caudal de autos de rengos que asisteron al llamado de la banda.

FUENTE: www.clarin.com