La modernización de los sistemas de seguridad implementados en las viviendas evita un número importante de robos al año pero el temor de que un extraño irrumpa en el hogar atormenta a los propietarios más aprensivos.
Por ello, conviene saber qué accesos son los más frecuentes y hay que tener en cuenta que los intrusos desarrollan nuevas fórmulas -donde llegan a poner en peligro su propia integridad física- con el fin de conseguir su objetivo: acometer la propiedad. Así lo demuestra la estadística reflejada por una conocida Central Receptora de Alarmas, que registra los puntos de entrada preferidos por estos visitantes y donde resalta el dato de que un 5% de intrusiones se producen por la azotea.
Y es que las diferencias varían según la modalidad de vivienda elegida para el asalto. Por un lado, si el allanamiento se produce sobre un piso convencional, un 52% de delincuentes sigue optando por la puerta de entrada como acceso preferente, aunque le sigue de cerca la ventana, con un 42% de operaciones.
Si la planificación del delito contempla la obtención de un botín mayor, éste normalmente se producirá sobre una villa o chalet. Y en esta tipología las cosas cambian. La puerta (36% de irrupciones) cede protagonismo a la ventana (54%) -por lo general de menor altura que en los bloques de propietarios y, por ello, de más fácil acceso-, al garaje (8%) y, en un porcentaje casi testimonial, al tejado (2%).
Si la casa no cuenta con tecnologías de seguridad como un circuito cerrado de televisión o no dispone de vigilante físico, además de instalar una alarma resulta recomendable blindar los puntos de acceso más frecuentes para reducir la posibilidad del robo.
Fuente: El Mundo