Toda seguridad es poca. Máxime después de haber sido víctimas de dos asaltos y de robos por un importe cercano a los 6.000 euros. Por ello, la Dirección del colegio San Agustín decidió instalar «cuanto antes, mejor» más dispositivos de seguridad en el centro. «Nuestro problema es que somos un colegio de grandes dimensiones y, además, queríamos tener instalada seguridad extra lo antes posible. Por eso nos decantamos por los detectores de movimiento en los puntos de acceso al centro», explica el director, Tomás Sanz. La inversión económica también ha sido un factor decisivo, tanto en este centro como en otros afectados, a la hora de contratar seguridad privada. El San Agustín ha destinado 3.000 euros a instalar 15 detectores volumétricos en las zonas de acceso al colegio y completar su seguridad. Gracias a ello la situación se ha «tranquilizado y normalizado», según Sanz.

También cuentan con sistemas detectores de movimiento tanto el colegio Nuestra Señora de la Consolación (Las Agustinas) como el Apostolado. Este último dispone de una veintena de puntos de detección. «La instalación de este colegio podemos decir que es definitiva y, quizá, la más completa que existe ahora mismo en la provincia», reconoce el director técnico de la empresa de seguridad Alarcyl, Luis Hevia. Esta empresa ha sido la encargada de instalar y ampliar la seguridad existente en la mayoría de los centros educativos privados que fueron víctima de asaltos a lo largo de un mes en Valladolid y también en otros públicos como el colegio de Olmedo, donde un joven sustrajo el año pasado 16 ordenadores, así como en los IES Galileo y Diego de Praves.
«Existen varios tipos de detectores, pero para centros educativos los más efectivos son los volumétricos que combinan microondas e infrarrojos. En un 95% de los casos el complejo está asegurado por completo con estos puntos de detección cuyo precio está en torno a los 90 euros la unidad», explica Luis Hevia. «Las cámaras solo son efectivas si hay una persona pendiente de un monitor continuamente o si están ubicadas junto a una alarma», apostilla.

El sistema. Los métodos más seguros, explican los expertos, para evitar fallos en los sistemas integrados de seguridad implementados en los centros educativos son los sistemas cableados, que no se pueden inhibir por radio. «Aquí se sustenta el 40% de la seguridad del sistema» , señala Hevia, quien reconoce que «lo más importante» con estos dispositivos es «asegurar la comunicación con la central» en todo momento.

«Junto al teléfono fijo se instala un transmisor móvil y una placa IP (internet protocol). Las transmisiones están encriptadas y cada 45 segundos desde la central de seguridad se envía una señal a la línea de teléfono para verificar que no se han interrumpido las comunicaciones, como suele ocurrir durante un intento de robo». Así, «en dos minutos se sabe si han saboteado el sistema» y la empresa se pone en contacto con el Cuerpo Nacional de Policía.

FUENTE: www.eldiadevalladolid.com