Que salgan asociaciones como hongos para oponerse a casi todo lo que desde la Junta de Castilla y León se arbitra, es harto sospechoso.

Como la cuestión de las cámaras de videovigilancia de incendios. Parece que hay un clamor contra ellas cuando lo cierto es que no todos estamos en contra. Ni todos ni creo que ni tan siquiera muchos.

A veces, tomando el pulso a las cuestiones, parece que los grupúsculos van por un lado y los intereses de los vecinos por otro. No sería extraño. Alguna de estas asociaciones aglutinan a un número testimonial de miembros: cuatro, cinco? Yo creo que tras la protesta subyacen intereses personales. No es difícil establecer de quién. Básicamente de quien no ama el monte, sino que pretende tenerlo para su uso particular. No sé si algunos cazadores furtivos tendrán algo que ver en todo esto.

Nadie en su sano juicio, me parece a mí, se opondría a que la más moderna tecnología se aplique para evitar la destrucción de los bosques. Hay quien reclama que se cuiden con otros métodos menos «abrasivos», como la limpieza por patrullas. Le recordaría, a quien eso piensa, que ya se ha experimentado la modalidad.

Refrescando la memoria nos acordaríamos de que con patrullas siguieron los incendios y se le acabó echando la culpa de ellos a las empresas encargadas de extinguirlos porque cobraban horas extras por apagarlos. En cualquier caso, cabe recordar que en materia de tratamientos selvícolas para prevención de incendios, también se han invertido una buena pila de millones.

Las cámaras de videovigilancia son un método eficaz y duradero de ayudarnos a combatir la terrible lacra. Quizás no la única, pero sí una buena herramienta. Ir contra ella es ir contra nuestro futuro. Argüir que alteran la privacidad de los habitantes parece un poco rebuscado. Sobre todo porque el sistema detecta focos de calor, y no señores que estén orinando contra un pino en las inmediaciones de la aldea de Escuredo.

Algunos piensan que lo único que se logrará será tener fuegos televisados. Solemne tontería. Lo que harán, además de garantizar la detección de focos de calor, será ayudar a llegar al foco lo antes posible y con la mayor seguridad. Los incendios matan. Las cámaras ayudan a la seguridad del monte y las personas.

Los socialistas se oponen a las cámaras y alegan que crean poco empleo. Como si el partido socialista fuera el paradigma de la creación de empleo en España. De otra parte, no es cierto que no creen empleo. La preservación de los montes trae consigo una riqueza enorme, también en forma de empleo. Porque empleo y una forma de riqueza es tener una buena caza, buenas cosechas de madera y setas, turismo...

No hace falta recordar que la salud de los bosques hace que exista personal que trabaje en el seguimiento de la fauna y sus censos, proliferación de especies e incluso presencia de otras nuevas, como una cría de buitre marcada en los Balcanes. Yo creo que ese es el camino. Ese es el futuro. El turismo en Sanabria goza de salud gracias a estas iniciativas que han dejado un río de millones en la zona. El año pasado nos visitaron más de setecientos mil viajeros.

A los agoreros que renegaban de la nueva Casa del Parque, decirles que el pasado año fue visitada por 50.000 personas. Eso ayuda a la desestacionalidad. Yo, desde luego, deseo que se vigile el monte aunque me descubran paseando en él. No tengo nada que ocultar, nada que temer. Siempre he pensado que es mejor prevenir que curar o ver cómo nuestros conejos se hacen al ajillo en el monte en vez de en la cazuela.

FUENTE: www.laopiniondezamora.es