El módulo 4 --término con el que se demomina al ala de la planta cuarta del hospital Royo Villanova destinada a acoger posibles enfermos de ébola-- es una especie de búnker. Dobles puertas --una no puede abrirse si no se cierra antes la otra--, habitaciones de máxima seguridad con presión negativa para que el aire del interior no salga al pasillo--, terrazas cerradas y aislamiento total.
Es lo que impone el protocolo. En las cinco habitaciones destinadas a enfermos, está todo listo. También la alta tecnología, con la que el personal sanitario del centro hospitalario someterá a una estrecha vigilancia al virus en caso de que haga acto de presencia por tierras aragonesas.
La dotación incluye una cámara de videovigilancia y un monitor en cada habitáculo, así como en la cámara anterior --donde los sanitarios deben quitarse el traje tras haber atendido al enfermo--. La primera de ellas, situada en el techo, tiene un recorrido de 180 grados y transfiere la imagen a los monitores situados en el control, fuera de la zona de aislamiento en el pasillo. Se trata de tener controlado en todo momento al paciente sin necesidad de entrar y salir de la habitación continuamente. "Es una ventaja importante para el personal, ya que la instalación de la videovigilancia permite un mejor control", incidió José María Manrique, director del hospital zaragozano.
Además, cada habitación dispone ya de un monitor, ubicado a la altura de la parte superior de la cama, en la que figurarán los valores, trazados y resultados de pruebas a las que se someterá al paciente, como los electrocardiográficos destinados a evaluar el estado de su corazón.
Pero el objetivo no es solo vigilar al enfermo, sino también al profesional. Porque el sistema de videoviglancia propiciará que el propio personal pueda percatarse de un posible error cometido por un compañero dentro de la habitación. "Ayuda a que el sanitario no cometa errores y, de hecho, ya se está utilizando este sistema en las tareas de formación porque permite visualizar estos fallos y transmitirlos al profesional". expuso Manrique. Ahora, divididos por parejas dentro de los propios grupos de enfermeras programados por el hospital, uno de ellos observa atentamente al otro mientras este se coloca y retira el traje especial de protección, pero, además, otros muchos lo hacen desde control. "Seguimos buscando opciones y toda la tecnología que podamos aplicar que permita la vigilancia del paciente, su tratamiento y mejorar los niveles de seguridad de los profesionales", subrayó el director del Royo Villanova, que destacó el "dinamismo" adquirido en el centro desde que fue designado el único de referencia en la comunidad autónoma para albergar posibles casos de ébola.
Mientras, el personal continúa con su exhaustiva preparación a base de una formación en la que también colaboran efectivos militares o expertos en explosivos. Todo destinado a estrechar el cerco al ébola y mantenerlo sometido a una vigilancia estrecha. Si es que aparece.
Fuente: elperiodicodearagon