No estaban dispuestos a dejar pasar la oportunidad. Raúl y Sergio ya habían anunciado durante la semana que donde otros veían un trámite engorroso, ellos encontraban el mejor escaparate. Y se dejaron ver. En un partido en el que las miradas fueron casi siempre a la grada por la protesta incesante de la afición local y su tumulto con la seguridad privada del club, los dos chavales también quisieron manifestarse. Y le hicieron llegar a su entrenador un mensaje diáfano: hemos venido para quedarnos y podemos serle útil a este equipo.

Raúl empezó nervioso, pero respondió con reflejos y seguridad cuando fue exigido. Sergio dejo ver a un centrocampista de cuerpo entero. Arropado por Nacho Cases y Lora, dos excelentes jugadores y dos buenísimas personas, en definición del avilesino, Sergio fue creciendo hasta convertirse en el hombre del partido. Incluso creó una ocasión, con apoyo en Nacho Novo, que pudo valer un triunfo.

El tercer hombre fue Lora. Incombustible. El mostoleño es el futbolista del Sporting que más minutos ha disputado y uno de los jugadores importantes del equipo. Ayer retrocedió varios años en el tiempo y volvió a sentirse centrocampista. Las costuras le tiraron un poco al principio, pero en seguida se vio que el traje le encajaba como un guante. A Lora le ha costado mucho llegar al fútbol profesional y por eso para él tampoco hay partidos de trámite. Ayer disputó cada balón con la tensión de quien quiere paladear cada minuto en Primera División, un privilegio del que sólo disfruta un puñado de elegidos.

Esta vez Preciado no se salió del guión y formó el mismo equipo que había enseñado durante los entrenamientos. Un equipo rejuvenecido que jugó a remolque del mejor Hércules posible, lo que tampoco es demasiado. El encuentro se jugó en una tarde soleada y cálida que se aguó con el temporal que se formó en torno al césped. Fuera y dentro del estadio, el público explotó contra el consejo de administración. La tormenta se convirtió en temporal cuando la seguridad privada arrancó literalmente de las manos de un grupo de aficionados una prudente pancarta que rezaba: «Otro Hércules es posible». La censura provocó un canto a la libertad al que se sumó todo el estadio. Hasta los aficionados del Sporting.

FUENTE: www.lne.es