LA GUARDIA CIVIL TRATÓ DE EVITAR LA IMAGEN DE PUIGDEMONT VOTANDO Y ACUDIÓ A SU COLEGIO ELECTORAL 20 MINUTOS ANTES DE LA HORA PREVISTA PARA SU LLEGADA. ARRAMPLÓ CON TODO, PERO LOS CIUDADANOS QUE DEFENDÍAN EL CENTRO DE VOTACIÓN DESPIDIERON AL INSTITUTO ARMADO AL GRITO DE «IREMOS A VOTAR»... Y VOTARON.
Esta iba a ser una crónica sobre un pueblo de menos de 4.000 habitantes en el que vive el president Puigdemont. Iba de una butifarrada y un cine forum nocturno, sobre un tractor que bloqueaba la entrada al colegio electoral y su dueño, Jose María; sobre Xesca y Toni, que pasaron la noche vigilando el exterior, y sobre Meritxell, que acudió para las 5.00 a la puerta del centro de votación para que, entre otros, también el president catalán votará en «el colegio electoral de siempre, donde votamos siempre», tal como remarcó Pere al inicio del encierro nocturno.
Y hasta las 9.10 seguía siéndolo, solo faltaba la última foto, la del president votando. Una hora antes había hecho acto de presencia su seguridad privada, comprobaron los accesos y tomaron posición en el pabellón deportivo de Sant Julià de Ramis. Entró la prensa y apareció el tesoro, esas cajas que se han convertido en el objetivo número uno de la impotencia de las autoridades españolas. La urna pasó de mano en mano entre Laura y Adriá, dos jóvenes incansables que cuidaron el recinto desde la víspera hasta el fin de la jornada electoral. Tras ellos, el alcalde, Marc Puigtió, tomó el relevo y finalmente Jordi la posó en la mesa de votación entre los aplausos los presentes. La mesa constituida, el reloj ya había superado las 9.00 y solo faltaba que arrancara el sistema informático para que empezara la votación. Y entonces: «¡La Guardia Civil!».
Fuente: naiz