Salarios transparentes en la banca
La transparencia que ha impuesto el Banco de España a las cajas de ahorro que han recibido algún tipo de ayudas, obligando a todos sus directivos y consejeros a publicar sus retribuciones, es sin lugar a dudas un ejercicio imprescindible en cualquier entidad que aspire a cumplir con las recomendaciones clásicas de lo que constituyen las prácticas de buen gobierno corporativo.
Es necesario y bueno que los contribuyentes, los accionistas, los clientes y la opinión pública en general conozcan la retribución de los altos directivos, siempre y cuando eso se utilice para valorar objetivamente la responsabilidad y la labor de los líderes de las corporaciones y no se reduzca a un mero ejercicio demagógico. En el momento actual de crisis económica, con millones de personas pasando serias dificultades económicas, la retribución de cualquier directivo empresarial o de banca puede resultar llamativo.
Merece la pena no quedarse en ese análisis simplista. La sociedad debe valorar que en determinados puestos de responsabilidad es importante que estén los mejores y eso a veces supone que la retribución sea acorde al talento. Y ese talento bien retribuido puede aportar mayor valor a la sociedad, creando riqueza.
Es la ley de la oferta y la demanda. Lo importante en los nuevos ejecutivos de las cajas con ayudas es que sean capaces de superar la crisis en las que estas entidades están inmersas. Y en este sentido, no es lo mismo que el ejecutivo en cuestión sea parte del problema o de la solución. O lo que es lo mismo, si con su gestión contribuyó a la crisis que actualmente vive la entidad a la que representa o si su llegada a la misma obedece a la necesidad de volver a contar con una buena gestión para superar la crisis.
Proporcionalidad necesaria
La adecuación del conjunto de las retribuciones de distinta forma y especie que perciben los principales directivos de los bancos formados por cajas de ahorros que han necesitado de ayudas públicas no sólo debe estar referenciada a los criterios de prudencia y justa compensación de las responsabilidades asumidas, sino que también deben ser proporcionales al tamaño de la entidad de la que forman parte. No parece razonable que, por ejemplo, cobren lo mismo un consejero de uno de los principales bancos del país que el de una entidad regional de tamaño mediano o pequeño.
Pero no sólo los salarios de los actuales deberían ser puestos en revisión. Como se ha demostrado con la polvareda que se ha levantado al conocerse las generosas indemnizaciones y/o pensiones que se concedieron a sí mismos algunos de los antiguos directivos de las cajas de ahorros, la opacidad que había caracterizado al sector se convirtió en el parapeto ideal para que muchos de sus responsables obtuviesen también unas remuneraciones desorbitadas durante la época de bonanza.
Por último, la socorrida escapatoria de acogerse a la Ley de Protección de Datos a que se han agarrado como un clavo ardiendo bastantes consejeros y algunos presidentes de estas entidades no parece razonable en este momento, cuando el sector financiero está muy necesitado de transparencia
fuente:Expansión.com