El doctor GO murió hace años con la conciencia tranquila. Había sido procesado y condenado en la audiencia provincial por supuesta negligencia al intervenir quirúrgicamente a una paciente. El abogado de la acusación se salió con la suya: lo que no era nada más que un vulgar chantaje para sacarle dinero al doctor GO se convirtió en una catarata demagógica, sin pruebas ni constatación alguna, que llevó equivocadamente al juez a imponer al médico una importante suma como indemnización y ocho meses de prisión, que no cumpliría al no tener antecedentes penales, y sí un historial clínico inmaculado.
Un año después el Tribunal Supremo absolvió al doctor GO, y en la sentencia recriminó a la parte acusadora prácticas inadecuadas, por lo que al no existir prueba fehaciente de la tal negligencia cabía aplicar al cirujano el viejo aforismo latino in dubio pro reo. El respetable médico, víctima de manipulación incalificable, murió limpio de toda culpa, aunque había tenido que soportar la pena de banquillo, es decir, las informaciones de prensa de la primera, injusta y luego desautoriza sentencia.
Pasan los años y aquella noticia de la condena, y no de la absolución, del doctor GO continúa colgada en Google, pese a las reiteradas peticiones de su familia para que fuese apeada del buscador. Ni caso. Es ahora el hijo del doctor GO, del mismo nombre y también médico, el que ha de llevar la cruz de una noticia falsa capaz de ensombrecer el buen nombre de un profesional de prestigio.
La multinacional Google se enfrenta ahora en la Audiencia Nacional a un juicio inédito en España, promovido por un cirujano plástico al que en 1991 se le imputó un delito del que resultó absuelto. Sin embargo, este profesional no ha conseguido de los responsables del buscador más popular que retiren de la página correspondiente la información publicada en la prensa hace veinte años y que solo se refiere a la demanda sin mencionar la absolución.
En semejantes otros cuatro casos denunciados ante la Agencia de Protección de Datos, Google se ha negado a retirar las noticias perjudiciales para la imagen de estas personas y ha recurrido a la Audiencia Nacional afirmando que en ningún caso borrarán tales informaciones. El abogado ha llegado a decir que sería una “caso de censura”.
En la práctica periodística habitual, contenida en todo libro de estilo que se precie, es obligada la rectificación en la misma página y con idénticos caracteres tipográficos de la noticia impugnada, y a ningún periodista se le pasa por la imaginación que ello constituye un acto de censura. Es más bien un caso de cinismo para poder seguir manteniendo la impunidad ante hechos demostradamente falsos, que nos confirman que en la red, por falta de una legislación adecuada, triunfa el todo vale.
Al leer este miércoles la crónica del juicio sobre el asunto del cirujano plástico absuelto en su día, al igual que el doctor GO, se me ha hecho presente la penalización vitalicia del apellido de este último que arrastra su familia y su hijo médico. Espero con ansiedad el fallo de los cinco magistrados que han visto el caso, porque con su pronunciamiento, seguro que favorable al médico, quedará resarcida para siempre la memoria de aquel buen amigo que se dedicó toda su vida a trabajar sin descanso y hacer el bien sin mirar a quien.
FUENTE: www.estrelladigital.es