Una idea nueva está expandiéndose por el viejo continente: los ciudadanos de la era digital deberían tener entre sus derechos fundamentales el “derecho a ser olvidados”. En España, el gobierno ha tomado medidas pioneras para obligar a las empresas de tecnología a garantizar este tipo de posibilidades a sus usuarios.
Continente reservado
Fueron 90 los ciudadanos españoles que, por razones como la preocupación porque su dirección sea pública en la Red, enviaron quejas formales frente a la Agencia Española de Protección de Datos.
El caso de estas personas aún debe ser considerado por las cortes españolas, pero por el momento el gobierno del país pidió a empresas como Google que dejen de almacenar su información.
Europa tiene un historial de rechazo hacia prácticas de la era digital consideradas menos controversiales en otras regiones del mundo, como por ejemplo la toma de fotografías de cada calle de sus ciudades y pueblos más importantes para las plataformas de mapas digitales.
Redding no está de acuerdo
Lejos de ceder, los europeos parecen más determinados que nunca a cuidar su derecho a la privacidad. Al menos así le sucede a Viviane Redding, comisionada de justicia ante la Unión Europea.
Redding afirma que en su agenda figura dar más poder a las agencias protectoras de la privacidad en el continente, aún cuando ha oído a varios expertos decir que, en una era de omnipresencia electrónica y telecomunicativa, defender la privacidad es imposible.
Las palabras de la comisionada al respecto fueron: “no puedo aceptar que la gente no tenga ningún control sobre lo que sucede con sus datos una vez han sido subidos al ciberespacio”.
Cultura de privacidad
La cultura europea no necesariamente es popular fuera del continente. En Estados Unidos, por ejemplo, las cortes tienden a fallar a favor de que se conozca el pasado judicial de las personas, especialmente si han cometido infracciones.
La tendencia se ha observado en la Red en fenómenos que involucran a gobiernos completos, por ejemplo en el caso de portales de información filtrada como WikiLeaks, una iniciativa nacida en Europa.
El hecho evidencia una cultura sobre la privacidad en el continente; la información sobre ciudadanos puntuales no debe ser publicada indiscriminadamente, mientras que las agencias del gobierno y funcionarios públicos deben estar vigilados de cerca. Quizá una cultura de privacidad que valga la pena imitar.
FUENTE: www.vanguardia.com