Hace ya algunos días que vengo reflexionando sobre la cuestión de la inminente instalación de cámaras de video-vigilancia en Burgos. Una cuestión que solivianta a la opinión pública burgalesa y que viene precedida por una serie de hechos dramáticos registrados recientemente en Burgos.

En cuestiones de política, esa ciencia que practican los profesionales de la misma, la llamada seguridad ciudadana suele convertirse en referente obligado de los que aspiran a obtener escaños, concejales y diputados. Mucho más si se trata de una pequeña ciudad de provincias como es el caso que nos atañe.  A fin de cuentas la nuestra es una ciudad tranquila y sosegada y ni el crimen ni la inseguridad pueden alterar el remanso de paz social en el que vivimos. Sería necesario preguntarse por qué razones una persona deja de ser un honrado ciudadano a los ojos de los demás y se convierte en un delincuente, habría que preguntarse de dónde surge la delincuencia y si esta tiene que ver o no con un sistema económico basado en la desigualdad.

Tales preguntas sobrepasan con creces los límites de este escrito donde simplemente, queridos amigos del DV y aquellos que no lo sois tanto, me limitaré a compartir con vosotros algunas de las reflexiones que el actual debate sobre la necesidad de la instalación de cámaras de vigilancia en Burgos me ha generado

Cuestionarse hoy en Burgos la instalación de cámaras de video-vigilancia equivale a ser tachado de hereje o loco, más aún cuando dicha medida ha venido precedida por una campaña mediática abrumadora que ha sabido mediatizar hábilmente algunos hechos dramáticos que se han registrado recientemente en Burgos. Entre ellos destaca dada la alarma social generada la agresión al joven Sergio Izquierdo que a fecha de hoy continúa en estado de coma.

No ocultaré sin embargo mi simpatía por las categorías sociales antes mencionadas. A fin de cuentas los herejes iban a la hoguera porque no abjuraban de sus ideas y si hiciéramos más caso a los locos otro gallo nos cantaría. Pero vayamos al grano, copón, que me pierde mi sempiterna verborrea.

La seguridad de la imagen o la imagen de seguridad

En las pasadas Jornadas de Reflexión sobre la Violencia Juvenil planteadas en la Universidad de Burgos se realizaron varias proyecciones de películas acompañadas por las intervenciones de expertos vinculados a la materia. Una de las reflexiones a mi juicio más interesantes que se plantearon en aquellos debates fue el hecho que cuantitativamente hablando, con estadísticas en la mano, la instalación de cámaras de seguridad no reduce el porcentaje de delitos pero genera sin embargo una sensación de seguridad entre los ciudadanos.  Una cuestión que puso en  tela de juicio la eficacia de las cámaras frente a la comisión de delitos pero que sin embargo es demandada por un alto número de ciudadanos ante la imagen de seguridad que tal medida proyecta.

La actual legislación española permite el uso de sistemas de video-vigilancia amparados en el Estado de Derecho. Pero yo me pregunto si no es el propio Estado el que más veces a lo largo de la historia se ha saltado a la torera sus propias leyes, si no es el Estado y sus instituciones los primeros en utilizar medidas de las llamadas ilegales. En el Estado Español nos sobran los ejemplos.

Desde hace meses vengo defendiendo la tesis que si en Burgos la instalación de cámaras de vigilancia no reducirá ni el número de delitos ni el número de agresiones en las zonas de ocio, como tampoco los ha reducido el incremento apabullante de la presencia policial, es porque su instalación responde a otros intereses quizás relacionados con el control social.

El contencioso de las cámaras entre Ayuntamiento y Subdelegación

Desde hace algunos años el Ayuntamiento de Burgos y la Subdelegación del Gobierno, lo que equivale a decir, Juan Carlos Aparicio y Berta Tricio, se han enzarzado en una polémica aireada en las páginas de los diarios locales sobre la necesidad de la instalación de cámaras de vigilancia en algunas zonas de la ciudad.

Ante las constantes demandas del consistorio burgalés Tricio siempre ha defendido públicamente que «desde el punto de vista cuantitativo» no estaría justificada la colocación de cámaras” dadas las características de la ciudad. Sin embargo la muerte de varios jóvenes en los últimos años y la agresión a Sergio Izquierdo la noche del 26 de diciembre de 2010 han hecho variar su opinión y reconoce que “las videocámaras«pueden ser útiles» dentro de un contexto de mayor presencia policial en las calles”. Un movimiento que lleva a Subdelegación y Ayuntamiento a convertirse en  entente cordiale en materia de videovigilancia.

Desde la muerte de un joven en las Llanas en octubre de 2008 la presencia policial en esta zona de ocio ha ido progresivamente en aumento hasta alcanzar niveles insospechables. Sin embargo está presencia policial abrumadora no hizo que se redujeran este tipo de sucesos como lo demuestra la muerte de otro joven en la misma zona de marcha en mayo de 2009.

Hemos de tener en cuenta que desde que tomo posesión de su cargo la actual subdelegada del gobierno ha puesto en marcha su proyecto personal de mayor incremento de presencia policial y la creación de un grupo específico de antidistubios para Burgos denominado U.P.R.

Personalmente consideró que si el aumento policial no han evitado que estos episodios no dejen de repetirse, la instalación de cámaras tampoco lo logrará porque este tipo de comportamientos responden a una serie de cuestiones de carácter educativo o de idoneidad del único ocio que se vende a la juventud. Ambas cuestiones  han estado completamente ausentes en el debate sobre la videovilancia. Por otra parte, considero que ambas medidas; incremento policial y videovigilancia, responden a una mayor necesidad de control social sobre los ciudadanos que demandan los Estados actuales.

Si la necesidad de evitar altercados relacionados con el binomio ocio-alcohol en zonas donde ya se han registrado es lo que impulsa a implantar las cámaras, que pitarán estas en la zona de las Bernardillas de Gamonal donde nunca han sido significativos. ¿No se será quizás una necesidad de controlar una zona de Burgos proclive a las movilizaciones sociales como es Gamonal?

La brunete mediática

Como comentaba anteriormente, el actual debate sobre las cámaras viene precedido por una de las más intensas campañas mediáticas que se han desarrollado en la ciudad. Todos los media locales, sin excepción, han hecho uso de todo su arsenal propagandístico. Lo mezquino de la cuestión reside en el hecho de haber mediatizado la triste situación de un chaval de 18 años que aún no se ha despertado del coma para galvanizar a la opinión pública a favor de la instalación de cámaras. La aplicación de una medida de ese tipo hubiese necesitado de una reflexión social que el ruido de las rotativas de Méndez Pozo y Ulibarri ha impedido.

La acusación sobre tal o cual colectivo antifascista que propagaron dichos medios contribuyó mientras se pudo a mediatizar a la ciudadanía frente a un enemigo interno que era necesario neutralizar utilizando todos los medios que fueran necesarios.

En todo este asunto la proximidad de las elecciones municipales del 22 de mayo no deja de añadir un cierto trasfondo electoralista a la situación. La campaña mediática ha dejado entrever  un manifiesto intento  por parte del actual gobierno del ayuntamiento de Burgos de atraerse a esa parte del electorado que ante la alarma social creada demanda un mayor control social. Incluso la ultraderecha local, esa misma que se lleva también con la subdelegada a pesar de que en sus comunicados manifiesten lo contrario, se sirvió de las páginas de los principales medios locales para hacer visible sus siglas.

Manifestar hoy una opinión diferente de las que propaga la brunete mediática conlleva un abucheo sin contemplaciones. Pero desde DVnunca le hemos tenido miedo a los cañones del número 62 de la avenida de Castilla y León, ni ha ningún otro, aunque solo tengamos nuestro tirachinas informativo, y en eso estamos.

El Burgos que George Orwell hubiera soñado

La lectura de la excelente novela del escritor George Orwell me puso del revés. Muchos consideran, no sin cierta razón, que se trata de una descripción de las sociedades totalitarias de corte soviético en la que la sociedad se encuentra constantemente vigilada por el empleo de cámaras. Pero yo me pregunto si la visión del escritor británico no se correspondería quizás con nuestras actuales sociedades altamente tecnologizadas en las que nada puede escapar al control del Estado. Sociedades que como se describe en 1984 necesitan estar constantemente en guerra contra enemigos cambiantes, los aliados de ayer son los enemigos de mañana, y viceversa. Sociedades apabulladas por el miedo a un enemigo interno con un perfil social muy concreto que es necesario tener siempre monitorizado. Sociedades donde, en definitiva, la libertad es la esclavitudguerra es la paz.

¿Qué diría George Orwell si se diera una vuelta por el Burgos que nos preparan? Si no fuera porque todo el mundo sabe que aprendió los rudimentos del  castellano tras su paso por la Barcelona de la Guerra Civil Española, me lo imagino con toda su flema inglesa exclamar aquello de ¡Oh my God!

 

FUENTE: diariodevurgos.com