Las palabras escasean para referirse al clima de violencia que los guatemaltecos enfrentamos, de la misma forma que parece que ya no existen formas de que los ciudadanos honestos encontremos mecanismos de protección que nos hagan sentir seguros. De día y de noche, en cualquier sector, de múltiples maneras, los delincuentes siguen su carrera desenfrenada de dolor y muerte, y no permiten que sus víctimas reaccionen para poder librarse de sus alevosos ataques.

 

 

  Prácticamente, los trabajadores, las amas de casa y el resto de personas que integran la sociedad vivimos una psicosis de incalculable impacto en el desarrollo de nuestro quehacer, lo cual limita nuestras posibilidades para contribuir al crecimiento de la nación.

Entre los múltiples recursos que se buscan para la protección personal figuran los agentes de seguridad privada, los guardaespaldas, vehículos con equipos especiales para tratar de ser menos vulnerables.

De igual forma, los temerosos ciudadanos buscan prendas de vestir, como chalecos, camisas, mochilas, entre otros atuendos, con blindajes que dificultan las posibilidades a los criminales.

En este último rubro, el sector organizado de la seguridad, así como proveedores de dichos servicios, refieren que existe un incremento de no menos del 7% de la demanda de tales productos.

Dicho porcentaje se consigna hoy en nuestras páginas, luego de efectuar un ejercicio periodístico mediante el cual se trata de determinar cuáles son las respuestas que los chapines tienen ante la ola de violencia imperante.

A simple vista, parece un dato más para la estadística, aunque un análisis no tan profundo permite desnudar lo que está pasando en torno a la seguridad.

Los distribuidores de los objetos de protección referidos comentan que regularmente esos atuendos son adquiridos por clientes de un nivel económico relativamente alto; no obstante, detallan, en los últimos meses también lo están requiriendo personas de menos recursos monetarios.

Desde luego, eso ocurre con artículos de precios relativamente módicos, no así con, por ejemplo, chumpas que podrían costar hasta Q12 mil.

No cabe duda de que la seguridad tiene un alto costo, el cual no todos están en capacidad de pagar, por lo que es menester que las autoridades asuman su responsabilidad en este tema y brinden un clima más sano para los guatemaltecos. Si las empresas gastan más en mecanismos de protección, es obvio que esos costos los trasladarán a los consumidores, lo cual mina aún más las oportunidades de desarrollo de la población en general.

 

FUENTE: www.sigloxxi.com