Hasta el cementerio de Ibarra llegaron ayer familiares y amigos de Hernando A. Él fue asesinado el lunes en un centro comercial del sur de Quito, durante el asalto a un vehículo blindado.

Hernando siempre se identificó con la vida militar y el deporte, decía un familiar. “Su estatura de 1,90 metros le llevó a consagrarse como uno de los mejores ganchadores (de ecuavóley) de Imbabura. Él sacó provecho de su físico para convertirse en guardia de una empresa privada”.

En el incidente del lunes, él brindaba custodia al traslado de valores al vehículo blindado, cuando seis personas armadas acorralaron a los gendarmes. Según testigos, una mujer disparó a quemarropa a Hernando A.

Pablo Córdova, presidente del Comité de Seguridad de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador, dijo ayer que lo ocurrido el lunes causó conmoción en el gremio. Lo alarmante de los robos es la agresividad con la que actúan los asaltantes, dice. “Ahora los delincuentes se acercan de forma directa a los vehículos y lo hacen con violencia y saña”.

Córdova, añade que existe preocupación en las entidades financieras por los atracos a vehículos que transportan dinero.

A su juicio, lo alarmante de los robos es la agresividad con la que actúan los asaltantes. “Ahora los delincuentes se acercan de forma directa a los vehículos y lo hacen con violencia y saña”, manifestó.

En lo que va del año se reportaron tres ataques a vehículos blindados en Quito, todos en menos de dos meses: el 7 de junio desconocidos abrieron fuego en las inmediaciones de las avs. Gaspar de Villarroel y Amazonas, en el norte de la ciudad, y asaltaron a los guardias que llevaban dinero a un vehículo. El 25 de junio, desconocidos intentaron atracar a un blindado en el sector de la Villa Flora, en el sur (un sospechoso murió). El último suceso fue el del lunes (un guardia murió y otros dos resultaron heridos).

Según Córdova, se alista una reunión entre el Comité de Seguridad de la Asociación de Bancos Privados y la Policía para analizar nuevas medidas de seguridad para los vehículos que transportan altas sumas de dinero.

“Es hora de replantear las estrategias de seguridad entre los bancos y las empresas que transportan dinero”, precisa Córdova.

Una alternativa sería modificar los horarios y la forma como se lleva el dinero. “También debería existir un esquema integral de seguridad en el que participen los centros comerciales. Los robos ocurren en sitios donde hay una alta afluencia de gente”.

Pero los hechos registrados en la ciudad también inquietan a los guardias. Un vigilante que trabaja en un banco, en el norte de Quito, dice que prefiere realizar vigilancia fija, es decir en la puerta y cumpliendo horarios rotativos.

“Al trabajar como custodios de vehículos que transportan dinero nos exponemos a más peligros. Como guardia fijo también corremos riesgos, pero es más tranquilo”, dice el celador.

El Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana reportó una reducción en la incidencia de robos a bancos en Quito, de 14 en el 2009 a tres en el 2011 (cifras de enero a junio).

“Un amigo laboraba en una empresa como custodio de dinero en un blindado, pero una vez le asaltaron al vehículo en el que iba, por eso se cambió a la vigilancia fija. Ahora está en una agencia bancaria en el sur de Quito y se siente más calmado”, manifestó.

Carlos Castillo, director de la Cámara de Seguridad del Ecuador (Casepec), afirma que, en el 2010, siete guardias de seguridad de la Casepec (en Ecuador) perdieron la vida mientras cumplían sus labores y cuatro fueron heridos. En este año todavía no se han reportado muertes o uniformados heridos durante asaltos o robos, dice.

La quinta disposición transitoria de la Ley de Vigilancia y Seguridad Privada refiere que “las compañías de vigilancia privada contratarán obligatoriamente una póliza de seguro de responsabilidad civil contra daños a terceros, que puedan resultar perjudicados por la prestación de sus servicios; y pólizas de seguro de vida y de accidentes para el personal que preste sus servicios en estas compañías, desde el inicio de su relación laboral”.

Castillo dice que los guardias que pertenecen a la Casepec tienen dos seguros. “Uno es de vida por USD 50 000 y otro es de 20 000 para gastos médicos. En total son 70 000 para las víctimas de ataques que se producen en horario de trabajo”, precisó.

¿Estos seguros cubrieron las muertes de los siete guardias que fallecieron el año pasado? Sí, dice Castillo. En total sumaron USD 490 000 en cobertura de los dos seguros de los celadores muertos.

La Casepec, sin embargo, admite que los guardias son vulnerables frente al crimen. Sus guardias al menos cumplen con las normas básicas de protección: llevar chaleco antibalas y un arma.

“Reconozco que a veces estamos disminuidos frente a la delincuencia”, señala Castillo. “A veces llegan hasta seis armados y se enfrentan a un guardia. ¿Qué podemos hacer en esos casos?”. La inquietud era compartida ayer por guardias que llegaron al sepelio de Hernando A., el mayor de siete hermanos y padre de tres hijos.

Los familiares consternados pedían seguridad. “Así no se puede más”, decía uno de ellos.

Dos modalidades de asalto a vehículos blindados que llevaban dinero en el Distrito Metropolitano

Un ataque en motos

En julio del 2010, un grupo de entre 12 y 15 armados irrumpieron en el aparcamiento de un banco en el centronorte de Quito.

Un camión blindado ingresó al subterráneo del banco, de donde los guardias llevaban el dinero a la sección de valores. En ese momento, desconocidos interrumpieron; se fugaron en medio de un tiroteo.

Asalto en carretera

En noviembre del 2008, en la vía a Papallacta, al este de Quito, un blindado fue atacado por sospechosos armados que se movilizaban en tres vehículos.

Según la versión de un testigo, los desconocidos dispararon contra el blindado, pero no pudieron asaltarlo. Golpearon al chofer. Un vehículo fue incinerado, tras un tiroteo.

FUENTE: www.elcomercio.com