A la imprudencia de un chofer y el abandono de un servicio ferroviario, hay que sumar la inoperancia del Estado

Las trágicas consecuencias del accidente protagonizado por dos trenes de la línea Sarmiento y un colectivo de la línea 92 en el paso a nivel de la estación Flores ponen una vez más de manifiesto no sólo la imprudencia de algunos conductores, sino también el estado de abandono y de inseguridad que caracteriza a buena parte de nuestra red ferroviaria y la incapacidad del Estado para llevar a la práctica obras públicas imprescindibles para los habitantes pese a haber sido anunciadas hasta el cansancio por los funcionarios.

Parece fuera de discusión que medió una clara imprudencia en el chofer del ómnibus, que intentó atravesar el paso a nivel ignorando las señales lumínicas y sonoras que anunciaban el inminente paso de una formación ferroviaria. Ese acto les costó la vida al propio conductor del colectivo y a otras diez personas, además de dos centenares de heridos de diversa consideración. Pero no puede dejar de desconocerse que la barrera se hallaba trabada a 45 grados, lo cual facilita el paso de los automóviles. Se trata de una de las tantas fallas del servicio ferroviario, de las que diariamente pueden dar cuenta pasajeros, automovilistas y peatones.

Distintas estadísticas indican que unas 300 personas mueren por año en accidentes ferroviarios. Muchas de esas muertes podrían evitarse si se respetara un principio básico propio de las grandes ciudades que aspiran a ser seguras, según el cual los trenes deben movilizarse por arriba o por abajo, pero nunca al mismo nivel que el tránsito vehicular o peatonal.

En otras palabras, se torna necesario eliminar cuanto antes los pasos a nivel con barreras.

Esta medida disminuiría notablemente la cantidad de accidentes ferroviarios como el ocurrido anteayer, el más grave de esa clase producido en la ciudad de Buenos Aires desde 1962. Asimismo, agilizaría el tránsito vehicular, que sería canalizado a través de túneles y puentes, o mejorado mediante obras de mayor envergadura, como el proyectado soterramiento de la línea Sarmiento.

Pese a que existe una amplia coincidencia en este diagnóstico, las demoras registradas en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense para reemplazar los pasos a nivel es muy llamativa. Como informó La Nacion, durante los últimos 15 años sólo se construyeron en la Capital Federal nueve viaductos y un puente, un número insuficiente para resolver los problemas derivados de la existencia de 103 cruces ferroviarios a nivel.

En la actualidad, hay en la ciudad ocho pasos en ejecución bajo las vías del ferrocarril Mitre y 11 túneles, denominados "sapitos", sin ejecutar. La construcción de estos últimos se halla frenada por jueces porteños a raíz de amparos judiciales promovidos por vecinos y por legisladores porteños, aun cuando fueron aprobados por mayoría en la Legislatura.

Un capítulo aparte merece la inusitada demora del tantas veces anunciado soterramiento del ferrocarril Sarmiento.

En efecto, este emprendimiento fue concebido en tiempos de la gestión del jefe de gobierno porteño Aníbal Ibarra, a principios de este siglo, y relanzado en seis oportunidades por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.

En enero de 2008, este ambicioso proyecto deparó incluso un acuerdo tripartito entre la actual presidenta de la Nación y los gobiernos porteño y bonaerense, a cargo de Mauricio Macri y Daniel Scioli, respectivamente. Tanto en esa oportunidad como en diciembre de ese mismo año se llevaron a cabo sendos actos públicos en la quinta presidencial de Olivos, encabezados por Cristina Kirchner, en los cuales se volvió a anunciar la puesta en marcha de la demorada iniciativa.

Según el anuncio presidencial, la obra de soterramiento del ferrocarril Sarmiento tendría que haberse terminado este año. Sin embargo, sólo se inició a mediados del año pasado, cuando el Gobierno aportó el financiamiento para obras que se extenderán desde Ciudadela hasta Flores.

Por todo eso, más allá de la actitud imprudente y hasta temeraria de un chofer de colectivos, y de la presunta negligencia de quienes tienen la obligación de velar por la seguridad en el transporte ferroviario, la tragedia de Flores guarda mucha relación con la desidia de las autoridades, evidenciada en una política de obras públicas errática e inoperante, mucho más alineada con los anuncios demagógicos y electoralistas que con apremiantes necesidades de la población.

FUENTE: www.lanacion.com.ar