En los últimos dos años, cuatro delitos han evidenciado las carencias en materia de seguridad que privan en Ciudad Universitaria, de la UNAM.
Uno de los secuestros que más indignaron a la sociedad mexicana fue el de Fernando Martí; a pesar de que su plagio ocurrió frente a Ciudad Universitaria, las cámaras instaladas en el campus no pudieron registrar ese momento, porque estaban apagadas, así que fue imposible, a través de ese medio, identificar a sus agresores.
Hace exactamente un año, Samantha Cabañas Valencia, de 19 años, fue secuestrada cuando se dirigía a CU para reinscribirse en la Facultad de Arquitectura.
En You Tube, una de sus amigas subió una campaña para que los usuarios de internet la ayudaran a encontrarla. Adriana Morlett, también estudiante de la Facultad de Arquitectura, desapareció hace 142 días.
Sus papás han solicitado apoyo a una decena de medios de comunicación para difundir la imagen de su hija y proporcionar sus teléfonos por si alguna persona tienen pistas que los lleven hacia la joven de 21 años.
La Biblioteca Central de la UNAM, ubicada al lado de la Facultad de Filosofía, fue el último lugar en donde sus papás tienen certeza que estuvo Adriana, después de abandonar ese recinto todo se resume a hipótesis: las cámaras de Ciudad Universitaria tampoco funcionaron y no hubo manera de registrar qué recorrido hizo su hija.
Presuntos homicidas Está libre El Patrañas, León Tagora Ponce Jiménez, el supuesto homicida que, en el verano de 2009, sacó una pistola para dispararle dos veces a su víctima en el estacionamiento de la Facultad de Filosofía, por un ajuste de cuentas.
La principal línea de investigación era que Ponce Jiménez enfureció porque la víctima “le ganó unos clientes” a los que les iba a vender mariguana. Sin ojo vigía Aunque desde junio de 2008 con el secuestro del hijo de Alejandro Martí, se alertó que las cámaras de seguridad de la UNAM no funcionaban y que por ese motivo se había perdido información valiosa del caso; dos años después, con el caso de Adriana Morlett, se comprobó que las cámaras seguían en el mismo estado.
El pasado 28 de diciembre, Excélsior publicó que cuando la Fiscalía Antisecuestros del DF, encargada del caso de la joven Morlett, intentó conseguir los videos con el personal de seguridad de CU para formular líneas de investigación, pero 80% de las cámaras habían sido destrozadas por activistas para evitar “espionaje”.
Hace 21 días, en un twitter, Alejandro Martí indignado, volvió a hacer referencia sobre la ineficacia de la seguridad en CU: “Es una verdadera tristeza que las cámaras de la UNAM no estuvieran funcionando, el secuestro de mi hijo Fer lo realizaron enfrente de una cámara de la UNAM sin funcionar. ¿Qué nos pasa?”.
Mientras el señor Javier Morlett, en entrevista con Excélsior, aseguró que las autoridades de la UNAM, ni siquiera le han hecho una llamada telefónica para preguntarle si algo se le ofrece: “Me abandonaron completamente”. Lo peor es que si de seguridad se trata, las cámaras no son lo único inservible en Ciudad Universitaria, tampoco funcionan varios botones de pánico.
En un recorrido se constató que el botón del Centro Cultural Universitario, estaba fuera de servicio. Se les cuestionó a las autoridades de la UNAM; sin embargo, hasta el cierre de la edición, no dieron ninguna respuesta.
Y aunque supuestamente, la Procuraduría logró capturar a León Tagora Ponce Jiménez, El Patrañas, por el asesinato de Eduardo Valderrama, en las instalaciones de la UNAM, quedó libre a poco más de un año de cumplir sentencia en el Reclusorio Oriente.
De esos cuatro delitos que evidencian las deficiencias de la seguridad de la Máxima Casa de Estudios, el único que tuvo un final menos trágico fue el secuestro de Samantha Cabañas, liberada después de pagar un rescate. Sin embargo, Adriana Morlett sigue desaparecida; su padre dice: “con tal de que mi hija regrese a casa, estoy dispuesto a perdonar”.
FUENTE: excelsior.com.mx