Desde Amsterdam hasta Camberra; de Nueva York a Praga, los especialistas en museología afirman que, cuando un coleccionista elige una pieza, no hay medidas de seguridad que no puedan ser vulneradas. El martes, las autoridades del museo de Arte Sacro de Tucumán descubrieron que dos Custodias habían sido robadas de la galería, y puso al desnudo un negocio ilegal multimillonario.

La directora de Patrimonio Cultural de la provincia,Mercedes Aguirre, dijo que el robo movilizó a quienes están involucrados con el patrimonio. "Ha sido una desgracia. Estamos tan acostumbrados a ver estos objetos, que no dimensionamos la posibilidad de ser víctimas de estos delitos", afirmó la funcionaria.

Aguirre contó que desde 2008 comenzaron a instalarse alarmas en los museos que dependen del Ente Cultural de Tucumán. En los seis museos provinciales (de Bellas Artes Timoteo Navarro, Histórico Nicolás Avellaneda, Sanmartiniano de La Ramada de Abajo, Folclórico General Belgrano, Casa de la Cultura y Casa Padilla) hay guardias permanentes las 24 horas, todos los días del año.

"Además, estamos negociando con la Policía para que podamos utilizar también un sistema de monitoreo como el que usan ellos", dijo la funcionaria. El museo de Arte Sacro, que depende de la Arquidiócesis de Tucumán, cuenta con sistemas de alarmas en sus accesos y en las vitrinas donde se exponen obras valiosas. Sin embargo, las alarmas no sonaron cuando los vidrios fueron rotos. 

Las cámaras de la galería se encontraban apagadas durante el receso, por lo que no registraron los movimientos de los ladrones. Tampoco las cámaras del plan de prevención del Ministerio de Seguridad Ciudadana registraron algún movimiento que haya llamado la atención de los oficiales que las observan durante todo el día. Siete cámaras filman cada movimiento que hay en esa zona, pero no pudieron captar por dónde treparon los delincuentes.

El director del museo Miguel Lillo de Ciencias Naturales, Eduardo Ribotta, explicó que las medidas de seguridad ideales para un museo son la instalación de cámaras de seguridad que cubran todo el radio interno, alarmas en los accesos y en las vitrinas donde se guardan las reliquias más importantes, vigilancia permanente y sensores de movimiento. "Los últimos son muy importantes, porque si alguien ingresa por los techos, como suele suceder casi siempre, es la mejor forma de cubrirse", dijo el arqueólogo. Una fuente policial especialista en este tipo de delitos contó que, a pesar de todas las medidas que puedan tomarse, cuando alguien ha elegido una obra o una pieza de museo, comienza una maquinaria mundial que incluye personas encargadas de robar el objeto, otros que se ocupan de sacarlo del país y, finalmente, el que realiza la entrega al comprador. "Cuando le pusieron el ojo a un bien cultural, los que actúan son profesionales", explicó la fuente. La existencia de un comprador en este tipo de hechos fue avalada por Ribotta. "Si una obra de Van Gogh o Rembrandt, por ejemplo, es robada de un museo, hay un comprador esperándolo. Porque sino sería una locura tenerlo. Si hay un comprador, vale millones de dólares, pero si no, vale cero pesos", ejemplificó el especialista.

"Tucumán está en deuda con sus museos en materia de seguridad", dijo una fuente especialista en el tema. A pesar de los esfuerzos que realizan quienes se dedican a proteger el patrimonio, las autoridades provinciales, según la fuente, no han invertido en materia de seguridad en estos espacios culturales. "En los museos provinciales venimos trabajando muy fuerte en este sentido. Tratamos de mejorar las condiciones de seguridad desde hace dos años", dijo la directora de Patrimonio Cultural.

 

FUENTE: www.lagaceta.com.ar