Por eso, el presidente Barack Obama, durante un discurso de homenaje a las víctimas del tiroteo del pasado sábado en el que murieron seis personas y otras catorce quedaron heridas, instó al país a acercarse a las víctimas y familiares que fueron afectados.

"Las cosas malas pasan, y nosotros debemos estar atentos contra las explicaciones simples después de que ocurren", dijo y reveló que poco después de su visita, la congresista Gabrielle Giffords, herida gravemente durante el ataque, abrió los ojos por primera vez.

Obama dijo que visitó a Giffords en el Centro Médico de la Universidad de Arizona y unos minutos después de salir de su habitación, mientras otros miembros del Congreso todavía estaban allí, "Gabby abrió los ojos por primera vez."

"Gabby abrió los ojos. Así que les puedo decir que ella sabe que estamos aquí. Ella sabe que la amamos. Y ella sabe que la estamos alentando a través de lo que sin duda va a ser un viaje difícil", dijo.

Giffords se encuentra en cuidados intensivos en un hospital de Tucson, donde este miércoles recibió la visita del presidente Obama. 

"La verdad es que ninguno de nosotros puede saber exactamente qué provocó este horrendo ataque. Ninguno de nosotros puede saber con certeza alguna qué podría haber impedido que se dispararan estos tiros, ni qué pensamientos merodean el interior de la mente de un hombre violento", agregó.

También instó hoy a los estadounidenses a no volverse "los unos contra los otros" y a hablarse de "modo que cure, no que hiera", tras el tiroteo del sábado en Tucson (Arizona) y la polémica que ha generado sobre sus motivos.

Congreso de EE. UU. rindió tributo a víctimas


Los legisladores se dedicaron a recordar a las víctimas del ataque, que dejó 6 muertos y 14 heridos.

Comenzaron con un homenaje, seguido por un servicio de oración privado y la aprobación unánime de una resolución bipartidista que condena el tiroteo, y honra tanto a las 20 víctimas como a quienes les ayudaron. 

"Sigue luchando, no pares. Lucha, lucha, lucha", pidió a Giffords, con la voz entrecortada, el demócrata Xavier Becerra. El presidente de la Cámara baja, el republicano John Boehner, trató de contener las lágrimas al leer la resolución, que elogia el "servicio y liderazgo" de Giffords y condena las intimidaciones.

"Nuestros corazones están destrozados, pero no nuestro espíritu", dijo Boehner. 

Aunque la mayoría se abstuvo de politizar el tributo, la demócrata Carolyn Maloney afirmó que "las armas matan y quienes glorifican su uso perjudican a la humanidad".

El republicano Louie Gohmert especuló que el Gobierno no ha divulgado todo lo que sabe porque el presunto responsable, Jared Lee Loughner, posiblemente es un "marxista" que odia la bandera de EE. UU. y su historial "podría avergonzar" a la Administración Obama.

La demócrata Carolyn McCarthy hizo un llamado a la concordia y a la "sanación" del país, y lamentó que fuese "una tragedia la que nos uniera".

En un paréntesis, los legisladores se reunieron a puerta cerrada con el FBI y la policía del Capitolio para repasar las medidas de seguridad en vigor y formas de estrechar la cooperación con las autoridades locales en sus distritos.

Pero los legisladores se dividen entre quienes piden más medidas y quienes consideran que durante años se han hecho miles de eventos sin incidentes y que nada ni nadie podrá erigir un muro entre ellos y sus electores.

El Congreso tiene 535 miembros -435 en la Cámara baja y 100 en el Senado- y ofrecer protección individual sería un esfuerzo poco práctico y con costes prohibitivos.

El reto es encontrar la fórmula para mejorar la seguridad sin obstruir los canales y contactos con el público. Al regresar a sus distritos, en general, los congresistas quedan fuera de la "burbuja" de la policía del Capitolio y dependen de la policía local, según lo amerite el caso.

Según datos oficiales, la policía del Capitolio dio protección en 139 eventos del Congreso en el año fiscal 2009, un incremento de cerca del 100 por ciento sobre 2008, y ha aumentado su presencia en asambleas populares y su cooperación con la policía en los distritos.

Cuando tres separatistas puertorriqueños abrieron fuego en el plano de la Cámara baja en marzo de 1954, e hirieron a cinco, las autoridades quisieron colocar una barrera de plexiglás para aislar la sala de los visitantes, pero la idea fue rechazada por los propios congresistas.

El único congresista que ha sido asesinado fue el demócrata por California, Leo Ryan, que murió emboscado en noviembre de 1978 cuando viajó a Guyana a investigar violaciones de los derechos humanos.

La legisladora Jackie Speier, que sobrevivió a ese ataque y ocupó el escaño de Ryan, tacha de "contraproducente" aumentar la presencia policial en actos públicos.

Sin embargo, se multiplican las propuestas en la Cámara baja para aumentar la seguridad.

El demócrata Jesse Jackson quiere un aumento del 10 por ciento en fondos para medidas como la instalación de cámaras de vigilancia, cerraduras electrónicas, y otros dispositivos.

El republicano Dan Burton insiste en la barrera de plástico para impedir que manifestantes en la galería de visitantes puedan arrojar explosivos al pleno de la Cámara.

El presidente del Comité de Administración de la Cámara baja, Dan Lugren, cree que el Congreso debe contar con el mismo nivel de seguridad que la Casa Blanca.

 

FUENTE: www.eltiempo.com