En un acto en Ciudad Evita, dijo que las fuerzas de seguridad se “ven desanimadas” cuando los magistrados liberan a los detenidos. También defendió que los agentes vayan desarmados a las marchas y, sin nombrarlas, cuestionó a las tomas.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner recurrió ayer a la cadena nacional para anunciar el lanzamiento del “Operativo Centinela”: desde el primero de enero de 2011, seis mil efectivos de Gendarmería Nacional se sumarán a la Policía de la provincia de Buenos Aires para custodiar el conurbano. Pero la sorpresa no vino por el anuncio en sí, que ya había trascendido, sino por el tono de su discurso: la Presidenta criticó a la Justicia y la involucró con la inseguridad. Concretamente, se quejó de la supuesta ineficacia de los jueces para detener delincuentes o liberarlos demasiado rápido.
“¿Qué hago?”, preguntó una Cristina desorientada con el micrófono abierto cuando arrancaba el acto en Ciudad Evita. “Agrupación Centinela, buenos días”, corrigió enseguida. “Buenos días señora Presidenta”, devolvieron los gendarmes. El termómetro marcaba 34 grados y el sol en la Escuela de Oficiales “General Martín Miguel de Güemes” quemaba con furia.
Cristina mantuvo el estricto negro que lleva desde la muerte de Néstor Kirchner y habló durante casi media hora. “Estamos plenamente convencidos de que algunas de las falsas contradicciones o falsos debates que se quieren instalar son precisamente para poder correr el foco de cámara de la verdadera cuestión”, arrancó la Presidenta, segundos antes de confrontar en forma directa con la Justicia.
“Muchas veces, las Fuerzas de Seguridad se ven desanimadas cuando tardan días de investigación en aprehender a alguien que ha cometido un delito y por uno u otro motivo los jueces lo dejan en libertad”, sostuvo Cristina. “Resulta casi inexplicable que las cámaras de televisión exhiban con minuciosidad personas que agreden y sin embargo no tengamos detenidos ni órdenes de captura”, agregó, contradiciendo las habituales críticas K a ciertas coberturas de los medios e incluso chocando con dichos de sus propios ministros. Ante la consulta de Clarín, desde las asociaciones de magistrados prefirieron no responder las críticas de la Presidenta.
“La ingenuidad es para los 15 años y yo hace bastante que los cumplí. Pido la colaboración para este concepto de la seguridad al Poder Judicial”, siguió la Presidenta, que hizo el anuncio junto a la flamante ministra de Seguridad, Nilda Garré; el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, y el comandante de Gendarmería, Héctor Schenone, entre otros.
El creciente interés del Gobierno por la inseguridad se da en el marco de un aumento de los enfrentamientos sociales por tomas de terrenos y una guerra discursiva entre el Gobierno nacional y el porteño. De todos modos, desde el oficialismo se buscó evitar relacionar el desembarco de los gendarmes con la eclosión de los conflictos sociales.
“Es obvio que todo el mundo sabe que la seguridad de la Provincia es responsabilidad de sus autoridades constitucionales, pero no podemos ignorar tampoco la magnitud en cuanto a población que tiene el Conurbano”, recordó sin ingenuidad Cristina, ante un Scioli inmutable. También involucró a las gestiones anteriores y habló de “los problemas estructurales que se vienen arrastrando desde hace muchos años ya en la Provincia en materia de seguridad”.
La Presidenta, que en todo momento se cuidó de separar la delincuencia de la pobreza, cuestionó, sin nombrarlas, a las tomas de terrenos: “El no tener las cosas que cualquier ciudadano se merece tampoco puede ser invocado como un motivo para cometer delitos”.
Antes de terminar su discurso, Cristina defendió la decisión de que las Fuerzas de Seguridad concurran desarmadas a las marchas, aún cuando se “adopten conductas” que no deban ser imitadas. “Tenemos muy en claro lo que puede ser una manifestación social de lo que es el crimen o el delito y el abordaje diferente de ambas situaciones”, concluyó. Los próximos días aparecen como una buena prueba.
FUENTE: www.clarin.com