El temor de que un alumno, trabajador o visitante de un centro educativo ingrese armado a las instalaciones motivó a varios colegios públicos a buscar nuevos guardianes: cámaras de vigilancia y detectores de metales.
Algunos instalaron los dispositivos luego de la tragedia ocurrida el 18 de julio en el Colegio Técnico Profesional Ricardo Castro, en Orotina, Alajuela.
Ese día, un joven que estaba por cumplir 18 años ingresó a la institución como visitante, mató de un balazo en la cabeza al alumno Juan Pablo Salazar y luego se disparó. Falleció el día siguiente en el Hospital México.
Tres de los centros que recientemente adquirieron los aparatos se ubican en Cartago. Se trata del Colegio Vocacional de Artes y Oficios (Covao), el Liceo José Figueres Ferrer y el San Luis Gonzaga.
Sonia Álvarez, directora del Covao, comentó que hace tres semanas compraron dos detectores de metales portátiles.
Uno lo usa el vigilante de la entrada y otro se emplea para hacer inspecciones aleatorias en aulas.
“Se hizo (la compra) a raíz de todo lo que se ha generado con la violencia. Se revisa a las visitas y también bultos de estudiantes”, dijo.
Luis Arias, director del Liceo José Figueres, afirmó que el uso de los detectores de metales es “para mejorar la seguridad”.
“Cualquier medio de prevención es importante. El guarda de la casetilla revisa a las personas (visitantes). Si alguien se opone, se le impide el ingreso”, aseguró Arias.
En el San Luis Gonzaga, ahora hay un guarda en los dos edificios de aulas y otro en el gimnasio. Hace 22 días le dieron un detector de metales a cada uno para la inspección constante de particulares y, en forma aleatoria, a los estudiantes.
El colegio tiene 2.800 alumnos y por eso es difícil revisarlos a todos.
Franklin Solano, director del colegio, detalló que el detector de metales se complementa con 37 cámaras de video. Las últimas 12 se colocaron la semana pasada.
“Esto es una inversión; no un gasto. La seguridad es una prioridad”, añadió.
Positivo. Otros colegios que probaron los sistemas de seguridad antes de la tragedia de Orotina aseguran que obtuvieron buenos resultados.
El edificio del Liceo San Nicolás de Tolentino, en Cartago, cuenta con dos arcos detectores de metales y cámaras de vigilancia desde su construcción, en el año 2009.
Guido Zárate, director de la institución, dijo que el protocolo para el ingreso de particulares es estricto y que los alumnos conocen la existencia de las cámaras que monitorean pasillos y zonas comunes, como la biblioteca.
El año pasado decomisaron dos cuchillos, con ayuda de los arcos.
“Las cámaras ayudan a ver los alrededores del colegio. Así identificamos si hay situaciones de riesgo para los jóvenes”, dijo Lidiette Quirós, encargada de la biblioteca.
En el Colegio San Martín, de San Carlos, Alajuela, usan el detector de metales desde el año 2008.
“Consideramos que ese aparato es eficaz para evitar el ingreso de todo tipo de armas a las aulas”, dijo la subdirectora , Francine Alvarado.
En el Instituto de Alajuela tienen los detectores de metales y radios de comunicación desde el inicio de este curso lectivo.
“Se ha disminuido en más de un 50% la incidencia de actos delictivos en la institución”, dijo el director, Ricardo Barrantes. Colaboraron Carlos Hernández y Francisco Barrantes.
FUENTE: www.nacion.com