El presidente Municipal de Saltillo, Jericó Abramo Masso, anunció ayer la instalación y puesta en operación, para el año próximo, de una red de cámaras urbanas dedicadas a detectar a quienes incurran en violaciones al reglamento de tránsito e infraccionarlos sin necesidad de que dicha tarea sea realizada por un ser humano.
Tal como ocurre en diversos lugares del mundo, e incluso en algunas ciudades de México, los automovilistas que sean sorprendidos conduciendo a exceso de velocidad, dando vuelta en lugares prohibidos o pasándose un semáforo en rojo, recibirán por correo la multa correspondiente.
El proyecto contiene diversas novedades que vale la pena destacar:
La primera de ellas es que se pretende ofrecer el servicio en concesión, de tal suerte que la inversión corra a cargo de una empresa privada que sería la responsable de operar el servicio.
La segunda es que durante los primeros tres meses de operación, los automovilistas que sean sorprendidos por medio de las cámaras incurriendo en una infracción únicamente serán “amonestados” por el hecho y sólo hasta concluido dicho plazo comenzarán a cobrarse las multas.
La tercera es que se plantea la posibilidad de utilizar las cámaras no solamente para infraccionar automovilistas, sino como parte de un esquema que permita mejorar la seguridad pública creando “cercos digitales” cuando se cometa un delito en la zona de cobertura de las mismas.
Nada mal suena de entrada el proyecto, no solamente porque podría efectivamente servir para mejorar la seguridad pública, sino porque podría contribuir a mejorar la “civilidad vial” en nuestra ciudad.
Pero los mejores resultados que como comunidad podríamos obtener de la instauración de un sistema como el mencionado dependen justamente de que las autoridades municipales eviten la tentación de concebirlo como un esquema recaudatorio.
Si de lo que se trata es de incrementar los ingresos de las arcas municipales, una cosa puede vaticinarse desde ahora: difícilmente habrá una disminución de la velocidad promedio a la cual circulan los automovilistas en Saltillo, o un decremento en los accidentes viales provocados por el exceso de velocidad.
Tampoco deberá esperarse que la incidencia delictiva descienda si la vigilancia cibernética no es concebida como un disuasor de la delincuencia.
Y para que ambas cosas sean posibles, no basta que se instale cámaras y ello permita contar con las imágenes que demuestren la comisión de una falta administrativa o un delito. Además es necesario el despliegue de un amplio programa de educación cívica y de prevención del delito.
Bienvenidas las cámaras, pero no olvidemos que no es la primera vez que en Saltillo se nos ha vendido -falsamente- la idea de que la cámaras por sí solas resuelven algún problema y más temprano que tarde ha quedado en evidencia la falsedad de la afirmación.