El clima de (in)seguridad

Muchos, como un buen enero, esperaban que las malas noticias pasaran por el clima. Se sabe, es un mes lluvioso y las inundaciones acechan. Pero el cachetazo no vino por el lado de las precipitaciones. Es que el clima se lo puede predecir, aunque sea cambiante. Pero la inseguridad....

El vestido que había utilizado para ir a la fiesta de 15 de una amiga le encantaba. No dejaba de sonreír. Faltaban pocos meses para que la agasajada fuera ella. Constanza Lucía González regresaba a su casa en Alderetes y llegó a tocar el timbre. Pero el ladrón no le dio tiempo al padre de la adolescente para abrir la puerta. La cámara de fotos y el celular era un botín demasiado importante para él. Más importante aún que la vida de Constanza, a la que mató de un disparo.

Luego de pasar tres semanas de vacaciones el gobernador José Alperovich regresó a la provincia. Y de lo que primero habló fue de la (in)seguridad. Es que no hay caso. No encuentra la forma de combatir lo que sucede con los delincuentes. Todos, o casi todos los problemas que se le fueron presentando en estos nueve años de gobierno supo manejarlos. Casi no tiene oposición y los conflictos que se interpusieron en su gestión terminaron siendo controlados. Pero con la seguridad es imposible. Si en 2011 quedaron grabados los nombres de Elda Hovannes, Marcela Beatriz Aragón e Iván Senneke, 2012 ya inscribió el de González.

Esta semana se conoció un video de las ya famosas cámaras de seguridad que muestra como inoperantes a los policías. Dos mecheras y otros dos delincuentes varones de apoyo hicieron tropelías a lo largo de varios minutos contra mujeres y hombres que, inocentes, pasaban por la zona de 24 de Septiembre y Monteagudo. No se está hablando de zonas marginales. Esa esquina está a una cuadra de la seccional 1ª y a la misma distancia de la guardia policial del Concejo Deliberante. Es decir que, con una comunicación rápida, los policías habrían demorado como mucho un minuto en llegar hasta allí. Pero no. Mientras las cámaras, implacables testigos de ojos abiertos las 24 horas, seguían en su devenir a los punguistas, ningún policía aparecía en acción. ¿Qué puede haber pasado? ¿Cuál fue la razón de la demora? ¿Además de los que controlan las cámaras, qué hacen los que los rodean? Equipos de comunicación no les faltan. ¿A quién le avisaron que había ladrones que estaban siendo filmados y a los que había que detener? ¿Dónde estaban los agentes de Patrulla Urbana que debían estar caminando por la zona, labor para la que fueron incorporados? A cinco personas les robaron pertenencias. Cuando los delincuentes estaban escapando aparecieron tres policías desordenados, sin ningún tipo de plan, atraparon a dos y dejaron escapar a los otros. Además, por supuesto, no recuperaron nada de lo que habían robado. Vergonzoso. Lo mismo sucedió en diciembre cuando, debajo de una cámara, violaron a un chico en la plaza frente al Hospital de Niños, y nadie vio nada. O pocos meses antes cuando desvalijaron el Museo de Arte Sacro, a metros del Centro de Vigilancia. Los equipos están (y costaron millones). El error es humano.

Los policías se quejan de que los delincuentes recuperan rápidamente la libertad luego de que ellos los detienen. "Así no se puede trabajar", dicen amargamente, siguiendo el razonamiento impuesto por el ministro de Seguridad Ciudadana, Mario López Herrera, quien, a pesar de ser abogado, ve en la Justicia demasiado garantismo. Pero las leyes son así. Ningún agravamiento de condenas hará del país un lugar más seguro. No por tener miles de personas alojadas en las cárceles el delito va a desaparecer. Alperovich tiene razón con su frase preferida ("hay que seguir trabajando fuerte"). El problema es cómo se lo hace

 

FUENTE:La Gaceta Tucumán