¿Quién tiene hoy sus datos personales? ¿Qué está haciendo con ellos? ¿Cómo tenemos la seguridad de que no están siendo mal usados? Estas y otras preguntas forman parte de la reflexión que nos dejó el Dr. José Luis Piñar Mañas, ex titular de la Agencia Española de Protección de Datos Personales, quien visitó la ciudad hace unos días.
Sobre la primera, es fácil responder con certeza que nuestros datos como nombre, edad, teléfono, domicilio y otros, los tienen: los bancos, la empresa en la que trabajamos, la compañía de luz, la del agua, la del cable, la escuela en la que estudiamos, el club al que pertenecemos, el gimnasio, el tipo que vende tarjetas de crédito –¡que ah cómo jode!–, el seguro, nuestro médico, la agencia de autos, el padrón electoral, Relaciones Exteriores, el departamento de Tránsito, el Registro Civil y los lugares donde alguna vez pedimos crédito (aunque no nos lo dieran).
Pero si vamos más allá nos toparemos con que también los tienen las empresas que manejan nuestro correo electrónico y las redes sociales como Twitter y Facebook y las páginas donde alguna vez compramos algo en internet, que a su vez pudieron haberlos hecho llegar a otras empresas que son las que nos vendieron el servicio. Cada una de estas con una política de privacidad distinta, que, como está escrita con letras chiquitas, no conocemos.
Hoy no tenemos la certeza de que si autorizamos a esas empresas a que nuestros datos sólo sean de consumo interno, no los vendan o los filtren, y no tenemos ninguna protección ante la posibilidad de que sus mecanismos de seguridad sean violados y algún empleado se pele con la base de datos de todos los clientes, o si éstos son hackeados.
El problema nos puede representar todo tipo de amenazas; desde que se utilice en nuestro nombre la tarjeta de crédito para hacer compras, hasta que un grupo delincuencial sepa dónde y cómo localizarnos. Eso, sin entrar en fantasías hollywoodenses de robo de identidad y que al tomar un avión nos detengan por terrorismo o jaladas por el estilo, que sin embargo, podrían suceder.
Pues bien, me cuenta el Dr. Piñar Mañas que esto pronto dejará de suceder en México, pues el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) ya fue reformado y ahora también debe proteger los datos personales de los ciudadanos de todo el país y, en su caso sancionar, a quien o quienes hagan un uso indebido de ellos. En este momento, el IFAI se encuentra elaborando un reglamento para poder lograr lo anterior, así que en breve podremos denunciar a quien usa nuestros datos si eso nos provoca un daño.
Por lo pronto, se adelanta que en ese reglamento se establecerá que al momento de firmar un contrato de prestación de servicios, las empresas nos deben aclarar específicamente para qué van a usar los datos, para que hagamos conciencia de ello y para que, si los usan para otra cosa podamos denunciarlos.
Esto es muy importante porque en México ya hemos tenido casos de robo de datos personales y no se ha sancionado a nadie; recuérdese el caso del escándalo de Choice Point, aquel en que un empleado del Registro Nacional de Población sustrajo el padrón electoral para quién sabe qué uso. Recientemente también hubo un daño a cientos de usuarios en México de Play Station, empresa que fue hackeada y ya aceptó que la información personal de sus usuarios fue robada.
Además de sembrar conciencia sobre quién tiene nuestros datos, el Dr. Piñar quiere también que estemos concientes de que todos los días hay un montón de empresas y dependencias que registran uno de nuestros datos personales más valiosos sin que nos demos cuenta: el rostro. Hay cálculos donde se dice que un individuo es grabado en Londres unas 300 veces en un solo día, en tanto que en Estados Unidos es grabado 200 veces en 24 horas.
Cámaras que en los bancos, comercios y calle registran todas nuestras muecas y movimientos con el pretexto de la seguridad, cosa que está muy bien, pero que infringe nuestros derechos al no ser advertidos de que estamos siendo videograbados, según nos dice el Dr. Piñar.
Y finalmente, otro aspecto que debemos saber es que, con las nuevas tecnologías podemos estar geolocalizables las 24 horas del día a través del teléfono o la tablet. Algo que ofrece ventajas de seguridad, pero también desventajas al no saber en manos de quién y con qué intenciones está esa información. Por ello recomienda preguntar a la compañía telefónica si nuestro teléfono tiene esa función y si se puede desactivar o activar de manera voluntaria, pues de no ser así sería ilegal.
No se trata de sembrar paranoias y sentirnos amenazados y no volver a dar datos personales, si no sólo de reflexionar sobre a quién se los damos y la conveniencia de soltarlos fácilmente. Son un pequeño tesoro, que como no es intangible no cuidamos, pero que debemos custodiar como si se tratara de un bien material, según nos dice el Dr. Piñar.
FUENTE: www.impreso.milenio.com